Severn
Cullis-Suzuki (30 de noviembre de 1979, Vancouver, Canadá) es una bióloga,
ecóloga y activista ambiental.
El 3
de junio de 1992 una niña de 12 años llamada Severn Suzuki, quien anteriormente
a sus 10 años de edad fundó ECO (Environmental Childrens Organization) con SUS
amigos en la ciudad de Vancouver (Canadá). Se desplazó, junto a un grupo de
niños (Vanessa Suttie, Morgan Geisler, Michelle Quigg) pertenecientes a ECO,
desde Canadá hasta la Conferencia de Medioambiente y Desarrollo "The Earth
Summit" celebrada por la ONU en Río de Janeiro.
Este
es el discurso traducido al castellano:
Hola,
soy una niña de 12 años, hablando en nombre de ECO, una Organización de niños
de 12 y 13 años, a favor del medio ambiente que intentamos marcar una
diferencia. Hemos reunido todo el dinero para venir aquí nosotras mismas,
recorriendo 5 mil millas, para deciros a los adultos que debéis cambiar.
Viniendo aquí, hoy, no voy a ocultar mi objetivo: Estoy luchando por mi futuro.
Perder
mi futuro no es como perder unas elecciones o unos puntos en el mercado de
valores. Estoy aquí para hablar en nombre de todas las generaciones venideras.
Estoy aquí para hablar en defensa de los niños hambrientos del mundo, cuyos
llantos son ignorados por todo el mundo. Estoy aquí para hablar por los
incontables animales que mueren en este planeta, porque no les queda ningún
lugar a donde ir. No podemos soportar no ser oídos.
Tengo
miedo de tomar el sol debido a los agujeros en la capa de ozono. Tengo miedo de
respirar el aire porque no sé qué sustancias químicas hay en él. Solía ir a
pescar en Vancouver, mi hogar, con mi padre, hasta que hace unos años
encontramos un pez lleno de tumores. Y ahora oímos que los animales y las
plantas se extinguen cada día y desaparecen para siempre.
Durante
mi vida, he soñado con ver las grandes manadas de animales salvajes y las
junglas y bosques tropicales repletos de pájaros y mariposas, pero ahora me
pregunto si todavía existirán para que mis hijos los vean también.
¿Tuvieron
que preguntarse ustedes estas cosas cuando tenían mi edad?
Todo
ésto está ocurriendo ante nuestros ojos, y aún seguimos actuando como si tuviéramos
todo el tiempo que quisiéramos y todas las soluciones. Soy sólo una niña y no
tengo todas las soluciones, pero quiero que se den cuenta: ustedes tampoco las
tienen.
No
saben cómo arreglar los agujeros en nuestra capa de ozono. No saben cómo devolver
los salmones a aguas no contaminadas. No saben cómo resucitar un animal
extinto. Y no pueden recuperar los bosques,que un día talaron y que antes
crecían donde ahora hay desiertos.
Si no
saben cómo arreglarlo, por favor, dejen de estropearlo.
Aquí,
ustedes son seguramente Delegados de Gobiernos, empresarios, organizadores,
periodistas y políticos, pero en realidad son madres y padres, hermanas y
hermanos, tías y tíos, y todos ustedes son hijos de alguien.
Aún
soy sólo una niña, y sé que todos somos parte de una gran familia formada por
seis mil millones de personas. De hecho, una familia de treinta millones de especies, y todos compartimos el mismo aire, agua y tierra. Las fronteras y los gobiernos nunca cambiarán eso.
Aún
soy sólo una niña, y sé que todos estamos juntos en esto, y debemos actuar como
un único mundo tras un único objetivo.
Aunque
estoy llena de rabia, no estoy ciega, y, aunque tengo miedo, no me asusta
decirle al mundo cómo me siento.
En mi
país derrochamos tanto… Compramos y desechamos, compramos y desechamos, y aun
así, los países del Norte no comparten con los necesitados. Incluso teniendo
más que suficiente, tenemos miedo de perder nuestras riquezas si las
compartimos.
En
Canadá vivimos una vida privilegiada, plena de comida, agua y protección.
Tenemos relojes, bicicletas, ordenadores y televisión.
Hace
dos días, aquí en Brasil, nos sorprendimos cuando pasamos algún tiempo con unos
niños que viven en la calle. Y uno de ellos nos dijo: “Desearía ser rico, y si
lo fuera, daría a todos los niños de la calle: comida, ropa, medicinas, un
hogar, amor y afecto”.
Si un
niño de la calle que no tiene nada está deseoso de compartir, ¿por qué
nosotros, que lo tenemos todo, somos tan egoistas?
No
puedo dejar de pensar que esos niños tienen mi edad, que el lugar donde naces
marca una diferencia tremenda. Yo podría ser uno de esos niños que viven en las
favelas de Río; podría ser un niño muriéndose de hambre en Somalia; un niño
víctima de la guerra en Oriente Medio, o un mendigo en la India.
Aún
soy sólo una niña, y sé que si todo el dinero que se gasta en guerras se
utilizara para acabar con la pobreza y buscar soluciones medioambientales, la
Tierra sería un lugar maravilloso.
En la
escuela, incluso en el jardín de infancia, nos enseñan a comportarnos bien en
el mundo. Ustedes nos enseñan a no pelear con otros, a arreglar las cosas, a
respetarnos, a enmendar nuestras acciones, a no herir a otras criaturas, a
compartir y a no ser egoistas.
Entonces,
¿por qué fuera de casa se dedican a hacer las cosas que nos dicen que no
hagamos?
No
olviden por qué asisten a estas conferencias: lo hacen porque nosotros somos
sus hijos. Están decidiendo el tipo de mundo en el que creceremos. Los padres
deberían poder confortar a sus hijos diciendo: “todo va a salir bien”, “esto no
es el fin del mundo” y “lo estamos haciendo lo mejor que podemos”.
Pero
no creo que puedan decirnos eso nunca más. ¿Estamos siquiera en su lista de
prioridades? Mi padre siempre dice: “Eres lo que haces, no lo que dices”.
Bueno,
lo que ustedes hacen me hace llorar por las noches. Ustedes, adultos, dicen que
nos quieren. Los desafío: por favor, hagan que sus acciones reflejen sus
palabras.