No se puede titular: “Misicuni: Un sueño que alcanzó 120 metros,
Megaobra | La Finalización De La Presa Consolida Un Sueño Y Una Necesidad De Cochabamba Desde Hace Muchos Años: El Acceso Al Agua”.
Cuando la problemática del agua es estructural, seria recomendable que los invitados de los tiempos hagan periodismo de investigación:
Según las percepciones locales, el agua en
Cochabamba ha sido una frustración eterna. Antiguos residentes se quejan de que
“desde siempre” el servicio urbano ha sido malo. La historia reciente de la
empresa local de agua, SEMAPA, ha sido en el mejor de sus momentos un esfuerzo
valiente encabezado por profesionales locales capaces de mantenerse al frente
de un crecimiento urbano galopante (en el cuarto de siglo entre 1976 y 2001, la
ciudad casi triplicó su población, de 43.417 hogares a 122.257), con recursos
cada vez más limitados, propios del management de la austeridad típica
de América Latina a partir de los años ochenta. En el peor de sus momentos, se
convertiría en una historia de algunas buenas intenciones ahogadas por la
corrupción y el uso del sector público de manera discrecional para ventajas personales
y políticas de caudillos locales (Kruse,
La Guerra del Agua en Cochabamba, Bolivia: terrenos complejos, convergencias nuevas).
Según evidencias empíricas el año 2013 se había
proliferado la perforación de pozos y existen alrededor de 1400 pozos en la
región metropolitana de Cochabamba, la mayor parte de ellos se hallan en la
zona sur. Es evidente que se requiere con urgencia contar con información
empírica sobre dicha temática, el año 2004 el equipo de investigadores del
CEPLAG, han georeferenciado alrededor de 200 sistemas alternativos en los
Distritos 7, 8, 9 y 14, el 60% de ellos han sido organizados por la iniciativa
de los vecinos, la comunidad organizada ha invertido recursos económicos
provenientes de aporte propio, donaciones y el uso de su fuerza de trabajo en
la implementación de sus sistemas, se estima que ellos han logrado invertir
alrededor de 16 millones de dólares. Se ha logrado constatar que dichos
sistemas prestan servicio alrededor de una tercera parte de las familias
carentes de servicio en la zona sur, su organización revela la utilización de
distintos e innovadores mecanismos de auto-gestión, tales como gestiones
comunitarias, asociaciones, juntas de vecinos, OTBs, Cooperativas y/o comités
de agua (Ledo, El agua nuestra de cada día retos e iniciativas de una Cochabamba
incluyente y solidaria).
Al ser Misicuni un proyecto financiado con recursos
de todo el departamento, vía regalías de los hidrocarburos departamentales en
aporte municipal y créditos a ser pagados por los consumidores de agua, toda la
población de la metrópoli de Cochabamba (Sacaba, Cercado, Tiquipaya,
Quillacollo, Vinto y Sipe Sipe) pedirá igual tratamiento de beneficios pero no
de responsabilidades. El primer punto de conflicto será la distribución de las
aguas de Misicuni en forma proporcional entre el sector de agua potable y
riego, cuyos precios (tarifas) no superen los acuerdo futuros con la población.
Las diferentes ciudades intermedias existentes entre Sacaba y Sipe Sipe,
competirán y demandarán igualdad tratamiento y acceso de agua para consumo
humano que el asignado a la ciudad de Cercado. En cuanto al sector de riego,
las comunidades y organizaciones de regantes (asociaciones, junta de usuarios y
sistemas de riego) en los valles de Sacaba, Valle Central y Valle Bajo, pedirán
distribución equitativa del recurso agua. En síntesis, Misicuni por sí solo no
será una solución al problema del agua, y demandará un largo y continuo periodo
de negociación y renegociación. El potencial de Corani supera los dos mil
litros por segundo. Los gobiernos neoliberales otorgaron la concesión de micro
cuencas y cuencas ricas en producción de agua que se escurren al Trópico de
Cochabamba, sin mayor beneficio que el de producción eléctrica. Con esta
actitud la oligarquía dotó incluso las aguas de cuencas importantes que desde
los años 60`s se estudiaron para ser captadas y conducidas para el riego de
todo el Valle Alto bajo el Proyecto de Khewiña Cocha (Salazar, movimientos sociales en torno al agua en Bolivia).
Derrotado,
en suma, fue el país, porque se postergó nuevamente la solución de un problema
crucial de la región que articula oriente y occidente, y se crearon nuevas
obligaciones económicas que terminarán sacrificando algunas oportunidades en
algún rincón rural donde la gente que sufre mayor pobreza no tiene siquiera voz
para acusar a quienes juegan con su futuro. En el complejo y todavía inconcluso
entrevero cochabambino convergieron varios procesos y se sobrepusieron muchas
tensiones. La cuestión del agua fue central pero también sirvió como pretexto
para ensayar otras batallas. En esa amalgama se produjo una de las
movilizaciones más participativas y espontáneas de los últimos tiempos, guiada
por un discurso popular revolucionario, pero orientada por objetivos
profundamente conservadores y reaccionarios en la práctica, generando
resultados opuestos a los que ilusionaron a los participantes. Al final, fueron
los excluidos quienes pusieron el mayor coraje en esta lucha, y son ellos los
que hoy asumen los costos de una guerra con pocos vencedores y muchos vencidos.
(Laserna,
La guerra contra el Agua).