Será
difícil que el chavismo y el castrismo, que ocupa Venezuela, suelten el poder.
Maduro declaró que se mantendrá “a cualquier costa” y ejercerá la “violencia
revolucionaria” contra la “violencia imperialista” si pierde hoy las elecciones
legislativas. Es un ablandamiento para abusar del fraude electoral. Ya el
opositor Capriles ganó las dos últimas elecciones; los resultados fueron
falsificados y Capriles reculó. Hoy volverán a manipular el Consejo Nacional
Electoral con el voto computarizado, validarán los votos de cubanos e iraníes
recién nacionalizados, el triple voto de los militantes del PSUV y elegirán más diputados en zonas
chavistas. Sin embargo, el repudio contra el régimen de Maduro y los Castro ya
es infalsificable, por abrumador. Las encuestas son contundentes, así como la
voz generalizada del pueblo, aun de los barrios chantajeados por el gobierno.
Habrá dos oposiciones legislativas. La del
futuro, constituida por el sacrificio y el coraje militante de Leopoldo López,
María Corina Machado, del recientemente asesinado Manuel Arias y otros
venezolanos. La del pasado, representada por Capriles y su entorno, que optó
por no pelear sus dos triunfos previos y acabar con el régimen, triunfos que
hubieran salvado cincuenta mil vidas que por violencia callejera se han cobrado
en este tiempo. Esta oposición se protegió en el burladero esperando la máxima
descomposición del régimen, que recién ahora sucede. Como parte de este
vergonzoso pasado están los emboscados agentes del chavismo en la oposición que
este diciembre promueven negocios para Cuba en Washington, pero, bueno, así
fueron las cosas y hoy es tiempo de concentrar esfuerzos por la libertad. Ojalá
Venezuela, libre al fin del chavismo. ¡Gloria al bravo pueblo!.