Una de cal y otra de arena
La preocupación debería ser el doble cuando
vemos niños en la calle haciendo piruetas hasta la madrugada, por una monedita;
gente pobre hacinada en los hospitales y viejitos haciendo cola desde las 4 de
la mañana para ser atendidos.
Cada vez que acaba una gestión vale la pena
evaluar lo que se debía hacer y no se hizo; lo que se hizo bien y pudo hacerse
mejor, así como lo que se hizo mal y, a partir de las lecciones aprendidas,
abundar en lo bueno, evitar lo malo y corregir el rumbo de lo que se está
haciendo mientras haya tiempo.
Este tipo de análisis lo hacen las empresas
cada fin de año para saber si ganaron o perdieron y es algo que todos
deberíamos hacer igual para mejorar nuestra vida, la relación con nuestra
familia, nuestra situación en el trabajo y, sería altamente recomendable que
–con la mano en el pecho– lo hicieran quienes tienen la alta responsabilidad de
gobernar…¡por su propio bien!
Que desde un punto de vista general el 2014 no
fue un mal año para Bolivia, es verdad, pero que ciertamente se pudo acabar
mucho mejor el año, también.
Porque –frente a los rimbombantes resultados
macroeconómicos que suelen agradar a los funcionarios de los órganos rectores
de la economía mundial, y que encandilan a quienes encaramados en los
organismos internacionales adulan los logros de los gobiernos que pagan sus
sueldos– está la evidencia incontrastable y objetiva de lo mucho que aún hay
por hacer, y no se hizo.
Del lado de los “méritos” está la danza de
los macroindicadores que tanto gusta al FMI, BM, BID y sobre todo a la Cepal:
el PIB crece más que el promedio regional; las RIN superan los 15.500 millones
de dólares; las exportaciones con otro pico de 13.000 millones; inflación
manejable de un dígito; mucho dinero en el sistema, pero…
El 2014 marcará un punto de inflexión al
reconocer por primera vez la administración Morales un déficit fiscal
atribuible –según dicen– al impacto de las inundaciones. De ser así ¡cuidadito!
porque si el haber gastado unos cuantos cientos de millones de dólares para
enfrentar tal fenómeno climático, contando con semejante renta petrolera y
recaudaciones récord de la ANB y el SIN este año, ¿qué se podrá esperar a
partir del 2015 si la baja del petróleo se torna estructural? Administrar
bonanza es facilito, no así una crisis.
Y la preocupación debería ser el doble cuando
vemos niños en la calle haciendo piruetas hasta la madrugada, por una monedita;
gente pobre hacinada en los hospitales y viejitos haciendo cola desde las 4 de
la mañana para ser atendidos; gente que debe esperar semanas por un simple
análisis y que se muere por falta de dinero; y, más de dos millones de
bolivianos acostándose cada noche con hambre, pese a que a la macroeconomía le
iba bien…
El autor es economista, magíster en Comercio
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