El restablecimiento de las relaciones
diplomáticas de Estados Unidos con Cuba es una derrota de la democracia
occidental y un error solo comparable con el bloqueo económico que le permitió
a la dictadura victimizarse para oprimir ‘justificadamente’ al pueblo cubano.
Fuera de promesas vacuas, ¿qué beneficios representa esta relación diplomática
con los Castro? Cuba nada produce, ergo no mejora el comercio, tampoco los
aleja del terrorista ‘eje del mal’, no democratiza la isla, no evidencia sus
violaciones de derechos, no saca su fuerza de ocupación de varios países, sobre
todo de Venezuela, ni tampoco genera —como sucedió con China— un tablero de
equilibrios globales que fue, además, una apertura económica. En cambio, para
los Castro es un triunfo monumental. Las remesas llegarán de Estados Unidos
ahora que el petróleo que les regala Venezuela está cayendo, mejora su posición
negociadora con la CE, les da una excelente prensa que habían perdido y,
además, compra tiempo al proyecto global del que forman parte, que es derrotar
a Occidente (ya tienen buenas chances en España).
¿La petulancia bondadosa norteamericana de
oenegé cree que Cuba abandonará su único negocio exitoso que es la inteligencia
política, con el que están desmontando sistemáticamente los intereses
occidentales de diez países latinoamericanos, e insertando en su lugar a China,
Rusia y a sus transnacionales?
Y el discurso de Obama es humillante para la
libertad y una concesión al lenguaje castrista, pues comienza diciendo que
restablece relaciones diplomáticas con “el pueblo de Cuba”, cuando lo hace con
el gobierno de Cuba. El cherry sobre la torta es que EE.UU. le regala a la
dictadura cubana dos capacidades geopolíticas invalorables. Una, los presenta
como jugadores de su misma talla mundial y, otra, les da la posibilidad de
eventualmente romper esta relación diplomática y aparecer como los héroes
“antiimperialistas”.
Cualquier ABC político indica que
un poderoso no regala prestigio, ni posicionamiento, ni ventaja táctica a un
rival pequeño, o como asegura el proverbio romano: “Aquila non capit muscas
(águila no caza moscas)”, salvo en este caso donde Obama equivoca e invierte
las cosas y mosca resulta cazando águila.