Pero quizás la principal razón
del actual cambio en los vientos políticos latinoamericanos sea económica: el
boom mundial de las materias primas que tanto ayudó a América Latina en la
década de 2000 se terminó, y ahora los países de la región necesitan
desesperadamente más inversión, y más comercio (@Oppenheimera, El
tango de Obama en Latinoamérica).
La Argentina de Macri representa
en el texto de la simbología política el polo opuesto a la Cuba de Castro.
Pero, además, la Argentina de Macri, a diferencia de la de los Kirchner,
representa para los EE UU la posibilidad de interaccionar con una nación en
condiciones de ejercer un liderazgo continental, tanto en el espacio económico
como en el político e incluso, en el cultural (@FernandoMiresOl, Obama
sabe bailar tango).
(…) y lo elevado de su cultura.
Cuando yo era niño, mis amigos del barrio de Miraflores, en Lima, soñaban con
ir a formarse como profesionales no en Estados Unidos ni en Europa, sino en
Argentina. Esta tenía entonces todavía un sistema de educación ejemplar, que
había erradicado el analfabetismo —uno de los primeros países en lograrlo— y
que el mundo entero tenía como modelo. La buena literatura y las películas más
populares en mi infancia boliviana y adolescencia peruana venían de editoriales
y productores argentinos, y las compañías de teatro porteñas recorrían todo el
continente poniéndonos al día con las obras de Camus, Sartre, Tennessee
Williams, Arthur Miller, Valle Inclán, etcétera (Vargas Llosa, Una
esperanza argentina).