# El Monje y los Jarrones
En un antiguo templo zen vivía un joven monje llamado Hiroshi. Ansioso por impresionar a su maestro y a sus compañeros, Hiroshi decidió demostrar su destreza intentando llenar de agua simultáneamente todos los jarrones del templo.
Con gran entusiasmo, Hiroshi corrió de un lado a otro del templo, vertiendo un poco de agua en cada jarrón que encontraba. Pasaba rápidamente de uno a otro, convencido de que su velocidad y energía le permitirían mantener todos los jarrones llenos al mismo tiempo.
Después de horas de frenética actividad, Hiroshi se detuvo, exhausto y sudoroso. Para su sorpresa y decepción, descubrió que ninguno de los jarrones estaba lleno. En algunos apenas había unas gotas, mientras que en otros el agua apenas llegaba a la mitad.
Confundido y desanimado, Hiroshi acudió a su maestro en busca de consejo.
El anciano maestro sonrió con benevolencia y le dijo: "Hiroshi, has demostrado gran energía, pero poca sabiduría. Observa."
El maestro tomó un jarrón y una jarra de agua. Con movimientos pausados y precisos, comenzó a verter el agua en el jarrón. No se movió ni se distrajo hasta que el jarrón estuvo completamente lleno.
"Ves, Hiroshi", explicó el maestro, "cuando intentas estar en demasiados sitios a la vez, no estás realmente en ninguno. Concéntrate en una tarea hasta completarla. Luego, pasa a la siguiente. Así, con paciencia y atención, lograrás mucho más que corriendo de un lado a otro sin propósito."
Hiroshi comprendió la lección. A partir de ese día, aprendió a enfocar su energía en una tarea a la vez, llenando los jarrones de su vida uno por uno, con atención y propósito.