“Cómo vivirán los que hablan del Vivir Bien”
(Silvia Rivera)
Se atribuye a Slavoj Zizek la afirmación que
“detrás de cada comunista hay un burgués”, para referirse a la ruptura
existente en la práctica comunista entre teoría y práctica, ideología y estilo
de vida. Es evidente, en Bolivia ha sido normal entre la militancia de la
histórica izquierda la separación entre los principios ideológicos, más o menos
radicales, y el estilo de vida.
Esto ha sido evidente entre la clase media y
jailones particularmente (recuerdan la “hijita de papá” de la película
Chuquiago? ). Asimismo, seducir a la camarada aprovechando su estatus de varón
y/o jefe, o camaradas que maltrataban a sus esposas e hijos ha sido parte de la
“cultura política” izquierdista. Esta nunca se preguntó por la coherencia de
medios y fines en los actos del partido u organización política y sus
militantes.
Para el Gobierno del MAS, heredero, síntesis
y operador de la izquierda boliviana, tampoco esta es una preocupación. En una
entrevista a Mauricio García Linera, hermano del vicepresidente, con un
periódico cruceño, se evidencia el dilema que se plantea a los izquierdistas
bolivianos, entre ideología y práctica, pensamiento y estilo de vida. El
hermano médico recuerda que fueron los amaneramientos jailones del
Vicepresidente que llamaron la atención de Raquel Gutiérrez, la primera
compañera de Álvaro: “Me dijo que allá en la UNAM lo había cachado a Álvaro
porque no se explicaba cómo este guerrillerito comía tan bien. No
encajaba”. Luego, Mauricio se pregunta:
“¿Por qué la izquierda tiene que ser de barba, abarcas y de chuspa?, ¿por qué
el comunista tiene que ser un tipo de mal vivir?, ¿no puede ser de corbata?
Tengo la idea de que la izquierda tiene que ser elegante, aristócrata, ¿por qué
no? si estamos hablando de ideas”. (El
Deber, 4-VIII-13).
Exactamente, son ideas, no prácticas; este es
un rasgo trágico de la izquierda boliviana.
La separación entre lo que se piensa y lo que
se hace es un sello registrado de los revolucionarios locales, y el MAS lo ha
sintetizado y llevado a sus extremos. Para los liderazgos zurdos bolivianos, ha
sido normal, como hoy, ser “warmi
ch’allpa” (pegador de mujeres),
autoritario, o tener un estilo de vida consumista, y tener ideas de izquierda,
sin aparente contradicción.
De ahí a la conformación de la pluriburguesía
estamos a un paso.
Vivir Bien... para los jefes.
En Venezuela se ha creado el neologismo
boliburguesía, para describir a las elites económicas que han surgido bajo la
protección del Gobierno de Hugo Chávez y hoy de Nicolás Maduro. Una expresión
de la boliburguesía bolivariana son los familiares de altos funcionarios de
gobierno, que se han hecho ricos de la noche a la mañana, favorecidos por las
influencias familiares, con contratos, salarios y estilos de vida de la
burguesía tradicional venezolana.
Bolivia sigue los pasos del Gobierno
bolivariano, no solo en su régimen centralista y autoritario, sino también en
la creación y/o fortalecimiento de nuevas elites económicas, de origen indígena
mestizo principalmente, aunque los jailones tradicionales continúan haciendo
buenos negocios y viviendo en espacios autosegregados, sin contacto con los
t’aras.
Denomino pluriburguesía a las nuevas elites
económicas emergentes, que se han enriquecido con el Gobierno “plurinacional”
de Evo Morales, por estar relacionados y/o conectados con éste. La
pluriburguesía reproduce una historia larga del Estado boliviano como impulsor
y creador, bajo formas corruptas, de estas elites económicas. Son
principalmente de origen indígena mestizo, aunque sectores criollos jailones
continúan haciendo buenos negocios, como en periodos previos. Está conformado
por funcionarios públicos, pero también empresarios, militantes del partido y
familiares. Dentro esta élite económica paraestatal se halla la burguesía
chola, particularmente de origen aymara, pero también sectores criollos tradicionalmente
dominantes, jailones blancos o “blanqueados”, hoy rearticulados en las
estructuras de poder del proceso de cambio.
Elaborar una genealogía de la pluriburguesía
boliviana, cómo opera, sus redes y jerarquías, las realidades y efectos de
poder que produce, es la próxima tarea.
Por CARLOS CRESPO FLORES
El autor es sociólogo, miembro del CESU-UMSS.