Fuente: Salazar, Movimientos sociales en torno al agua en Bolivia
Un vecino de la OTB Trafalgar, Marcelo Vázquez, comentó con preocupación
que en su zona el turril (200 litros) de cisterna subió de 4 a 6 bolivianos en
los últimos años. Su familia de cuatro integrantes compra un turril cada dos
días, debido a que la calidad del agua “no es buena” sólo la utilizan para
lavar mientras que para el consumo recurren a bidones. Según
Salazar una familia del sur que se ducha una vez a la semana gasta un promedio
de 40 metros cúbicos al mes. Esto equivale a 1.200 bolivianos o el 25 por
ciento de sus ingresos totales destinados para la compra mensual de agua. Los
vecinos del sur optan por el servicio de los carros cisterna debido a que no
cuentan con acceso a la red pública del Servicio Municipal de Agua Potable y
Alcantarillado (Los Tiempos, Pese
a Guerra del Agua persiste un mercado con precios altos).
Según evidencias empíricas el año 2013 se había proliferado la perforación de pozos y existen alrededor de 1400 pozos en la región metropolitana de Cochabamba, la mayor parte de ellos se hallan en la zona sur. Es evidente que se requiere con urgencia contar con información empírica sobre dicha temática, el año 2004 el equipo de investigadores del CEPLAG, han georeferenciado alrededor de 200 sistemas alternativos en los Distritos 7, 8, 9 y 14, el 60% de ellos han sido organizados por la iniciativa de los vecinos, la comunidad organizada ha invertido recursos económicos provenientes de aporte propio, donaciones y el uso de su fuerza de trabajo en la implementación de sus sistemas, se estima que ellos han logrado invertir alrededor de 16 millones de dólares. Se ha logrado constatar que dichos sistemas prestan servicio alrededor de una tercera parte de las familias carentes de servicio en la zona sur, su organización revela la utilización de distintos e innovadores mecanismos de auto-gestión, tales como gestiones comunitarias, asociaciones, juntas de vecinos, OTBs, Cooperativas y/o comités de agua (Ledo, El agua nuestra de cada día retos e iniciativas de una Cochabamba incluyente y solidaria).
Al ser Misicuni un proyecto financiado con recursos de todo el departamento, vía regalías de los hidrocarburos departamentales en aporte municipal y créditos a ser pagados por los consumidores de agua, toda la población de la metrópoli de Cochabamba (Sacaba, Cercado, Tiquipaya, Quillacollo, Vinto y Sipe Sipe) pedirá igual tratamiento de beneficios pero no de responsabilidades. El primer punto de conflicto será la distribución de las aguas de Misicuni en forma proporcional entre el sector de agua potable y riego, cuyos precios (tarifas) no superen los acuerdo futuros con la población. Las diferentes ciudades intermedias existentes entre Sacaba y Sipe Sipe, competirán y demandarán igualdad tratamiento y acceso de agua para consumo humano que el asignado a la ciudad de Cercado. En cuanto al sector de riego, las comunidades y organizaciones de regantes (asociaciones, junta de usuarios y sistemas de riego) en los valles de Sacaba, Valle Central y Valle Bajo, pedirán distribución equitativa del recurso agua. En síntesis, Misicuni por sí solo no será una solución al problema del agua, y demandará un largo y continuo periodo de negociación y renegociación. El potencial de Corani supera los dos mil litros por segundo. Los gobiernos neoliberales otorgaron la concesión de micro cuencas y cuencas ricas en producción de agua que se escurren al Trópico de Cochabamba, sin mayor beneficio que el de producción eléctrica. Con esta actitud la oligarquía dotó incluso las aguas de cuencas importantes que desde los años 60`s se estudiaron para ser captadas y conducidas para el riego de todo el Valle Alto bajo el Proyecto de Khewiña Cocha (Salazar, Movimientos sociales en torno al agua en Bolivia).
Derrotado, en suma, fue el país, porque se postergó nuevamente la solución de un problema crucial de la región que articula oriente y occidente, y se crearon nuevas obligaciones económicas que terminarán sacrificando algunas oportunidades en algún rincón rural donde la gente que sufre mayor pobreza no tiene siquiera voz para acusar a quienes juegan con su futuro. En el complejo y todavía inconcluso entrevero cochabambino convergieron varios procesos y se sobrepusieron muchas tensiones. La cuestión del agua fue central pero también sirvió como pretexto para ensayar otras batallas. En esa amalgama se produjo una de las movilizaciones más participativas y espontáneas de los últimos tiempos, guiada por un discurso popular revolucionario, pero orientada por objetivos profundamente conservadores y reaccionarios en la práctica, generando resultados opuestos a los que ilusionaron a los participantes. Al final, fueron los excluidos quienes pusieron el mayor coraje en esta lucha, y son ellos los que hoy asumen los costos de una guerra con pocos vencedores y muchos vencidos. (Laserna, La guerra contra el Agua).