Los mismos políticos se dan
cuenta de que los impuestos son un robo y los frutos de su latrocinio los ponen
a buen resguardo, mientras nos obligan a pagar más impuestos. Entonces, el
problema no es tener plata en los refugios fiscales, sino robarle a la gente y
saquear con los impuestos (Rivas, Los
infiernos fiscales).
Lo que sí es muy reprochable es
que ciertos políticos, quienes han sido culpables de crear infiernos fiscales
—como el que vivimos en Ecuador gracias al oficialista Alianza País—, tengan
tanta doble moral que, mientras nos castigan a todos los ecuatorianos con sus
impuestos, ellos envían su dinero fuera de nuestro país (Quinde, Sobre
los infiernos fiscales, como Ecuador).
En los papeles aparecen personas provenientes de 59
países de todo el mundo. De ellos, 47, casi el 80%, son países no
desarrollados. De ellos, más del 50% son países africanos y latinoamericanos.
Ni hablar de la hipocresía de personajes cercanos al poder en países como
Venezuela o Brasil (Garay, La
cruda verdad sobre los paraísos fiscales).